Hostelero por vocación, dejó atrás su carrera como consultor estratégico en Madrid para seguir lo que realmente le hacía feliz: crear momentos alrededor de una mesa.

Aprendió de los grandes, entre ellos Ferran Adrià, con quien compartió más de 100 horas de formación en el máster de Gestión de Restauración en Madrid. Allí comprendió que la verdadera excelencia nace de los pequeños detalles y del deseo constante de mejorar.

Su camino continuó en la sala del Corral de la Morería, donde afianzó su pasión por ofrecer un servicio genuino, cercano y lleno de emoción.

Hoy, esa forma de entender la hostelería es el alma de nuestro proyecto: cada detalle importa, cada servicio cuenta una historia, y cada persona que entra a comer en Recoveco debe salir un poco más feliz de lo que llegó.

La pieza esencial que mantiene todo en orden y armonía. Siempre atenta, meticulosa y comprometida con su trabajo, se asegura de que cada rincón del restaurante esté impecable y acogedor.

Cada detalle, desde la limpieza de la sala hasta el cuidado de los espacios comunes, refleja su dedicación y amor por lo que hace, y sobre todo por los demás.

Para ella, la verdadera maestría está en hacer que todo funcione a la perfección, aunque pase desapercibida. Su trabajo es silencioso pero fundamental: cada gesto y cada atención al detalle contribuye a que cada comida sea un momento especial que hace que nuestros clientes recuerden con